No podía pasar toda la semana estudiando. Así que hoy, que hay pronóstico de buen tiempo, aproveché para buscar un destino cerca de Madrid y conocer algo más de este hermoso país. Inicialmente pensé en ir a Segovia pero no encontré tren. Decidí luego con Diana Hicapié, mi compañera (dueña) de apartamento, que fueramos a Alcalá de Henares. Allí resulto más fácil porque pudimos tomar el tren de cercanías, que tiene muchas más frecuencias.
Esta ciudad está llena de historia, y con esa impronta de ser declarada Patrimonio de la Humanidad, no podía ser la excepción. Un interesante detalle adicional es el hecho de haber ido un Jueves Santo lo que le añadió un elemento especial. España es muy tradicional en cuestiones religiosas, y el espíritu católico se mantiene muy vivo sobretodo en la gente mayor. Y en este caso se hizo evidente en las procesiones y en la programación de toda la semana que se ofrece como atractivo turístico. Las calles se cierran y las cofradías, a las que se les asignas las procesiones, se van turnando para mostrar su fervor y el cuidado que prestan a embellecer las figuras religiosas.
Antes de las procesiones, que inicial al final de la tarde, dimos un paseo al rededor de una muralla (no tan imponente como la de Ávila) pero sí muy adornada con obras de arte y zonas verdes. Allí nos pusimos a "jugar" con las esculturas. ¿No es acaso el arte para eso?:
Al final, deicidí pasar un momento por la casa de mi amigo Don Quijote de la Mancha que estaba de paso por acá visitando a su papá, Miguel de Cervantes Saavedrá oriundo de esta ciudad. Les quedo debiendo la foto con Sancho Panza, que también andaba por estos lares:
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