Lunes estudiando, en el apartamento, martes en la biblioteca, y miércoles en Starbucks. Hoy decidí cambiar el espacio silencioso de la biblioteca por el ruido de un café. Ah, pero no es cualquier café, es un Starbucks. Para los que viajan mucho a los Estados Unidos, el nombre no necesita presentación, y para los que no viajan con frecuencia, basta con decir que es un Juan Valdez con todo y torta de zanahoria. El asunto es que me quedo con la torta del Starbucks (que mal patriota).
Sé que no es muy compatible el ambiente de un sitio como este y una lectura sobre la historia de los sondeos o encuestas desde sus orígenes en el siglo XVIII hasta los años treinta del siglo XX cuando éstos se basan en formulas estadísticas. Sí, es cierto, quizás para el lugar era mejor una revista de chismes, o al menos la National Geographic. Infortunadamente no hay mucho tiempo para las lecturas un poco más ligeras. (Me acabo de percatar que la National Geographic es una revista de farándula al lado de las cosas qué he leido. Y yo que me creía muy ilustrado).
Ya que no me fue tan mal con el ruido, me gustaría cambiar más frecuentemente la biblioteca por el Starbucks. El único inconveniente es que la tentación de la pastelería y bebidas calientes no baja de 4 euros, y 500 calorías cada una. De esta cadena de cafés hay muchos por Madrid. estudiando cada vez en uno diferente, sería otra forma de conocer la ciudad.
¡Ah! Se me olvidaba. El Starbucks me sirvió para sentirme como la gente "pija", es decir, como la gente "play" o "gomela" (Traducción libre al colombiano del autor).
miércoles, 17 de febrero de 2010
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