lunes, 18 de enero de 2010

A 8000 millas de distancia de Comcel: no llega donde yo llego

Hoy fue un día de biblioteca. Empecé a revisar la bilbiografía de mi investigación y ya revisé los primeros díez libros. La biblioteca es enorme. Está compuesta por sólo libros de temas de comunicación y afines. Creo que en volúmenes es tan grande como la de la Universidad de la Sabana que tiene de todos las áreas. Y eso que es solo una de la muchas bibliotecas que hay en el campus.

Luego me encontré con Antonio Lucas y fuimos a comer (aquí le  llaman así al almuerzo). Más tarde busqué a la profesora que me faltaba conocer (Aina López) pero no pudimos vernos pues me equivoqué del lugar donde atiende a los estudiantes. Todo por no leer bien la cartelera donde está la información, problema recurrente en los latinomericanos, tal como me dice Antonio. Terminé contactándola por e-mail.

Volví a la biblioteca a leer para la clase de mañana y a responder varios correos de cosas pendientes con la Sabana. Aunque la verdad sea dicha, estoy muy desconectado de la Universidad en Bogotá, pero ha sido algo deliberado y a propósito. 

En la noche traté de desbloquear mi celular de Comcel que por el cambio de SIM Card haciendo maromas con un teléfono español que voy a empezar a usar se me bloqueó. Ya no sé que hacer. Tengo ganas de cortar ese equipo así pierda el número. Llamé a Bogotá y me dicen que no pueden hacer nada. Ni el número PUK funciona. Me acuerdo del slogan y la musiquita: llega donde nadie llega, va más allá... Falso, totalmente falso.

Luego me dieron las dos de la mañana sin dormir. No me he sentido muy bien esta noche. Creo que ya he asumido en el lugar en que estoy, lejos de Colombia, y de la excitación inicial de esta aventura he pasado a la realidad. Me he sentido algo deprimido y fuera de lugar. Mañan será otro día.