Hoy llegué tarde a la clase con Cándido Monzón (Cultura Política y Comunicación) por causa de que no encontraba el abono mensual del Metro. Este es un tiquete que se compra al principio del mes por 46 Euros y permite tomar cualquier línea dentro de un rango amplio de la ciudad (hay otras que necesitan el pago de un suplemento). Tuve que devolverme al apartamento a buscarlo. Por fin lo encontré.
Una vez en la Universidad, luego de la clase, la Bibioteca nuevamente es mi lugar de destino. Unos párrafos más, un libro más, una cita más para la investigación... Parece fácil pero es todo un parto. El papel en blanco, o a veces con algunas ideas, pero escribir algo medianamente coherente se convierte en una experiencia que hace patente la profunda ignorancia que al final uno tiene hasta en los temas en los que cree saber algo. Definitivamente una cosas es comprender algo de forma mental y otra es plasmarlo en un texto.
En la tarde me reuní con Antonio Lucas. Adelantamos la reunión semanal que tiene lugar los viernes para ver los avances del trabajo de investigación. Ya la bibliografía está en el formato respectivo, el índice está completo, la introducción tiene los párrafos iniciales y todas la ideas que se desarrollarán. Algunos apartes ya tiene citas que tendrán que ser revisadas y puestas a punto en la redacción. De todas formas siento que que todo por hacer y que el tiempo es limitado. La fecha de entrega que me he propuesto es el 30 de mayo para hacer la revisión final con mi tutor. Así quedó decidido despues de una reunión ayer con los directores del departamento y del doctorado. Habría una opción de entregar la investigación en septiembre pero está descartada porque me exigiría volver.
Por fortuna hay momentos para olvidarse de esta presión del tiempo que ya se hace realidad: mi amiga Pahola Azuero me invitó a la ópera en el Teatro Real. Ya tenía planeado ir por allí a una opera barroca que se ofrecerá en el mes de Mayo. Por eso lo pienso dos veces, pero al final me animo. Y sí que valió la pena. ¡Qué espectaculo! Aunque reconozco que la estética de la ópera moderna en general no me gusta mucho, fue la oportunidad de entender de donde proviente tanta pasión por este genero entre los melómandos de todo el mundo. Qué teatro, qué escenografía, qué experiencia.
La ópera se llamaba Andrea Chénier del compostior Umberto Giordano. Totalmente desconocido para mí. Y en realidad se trataba de un concierto fuera de la programación normal pues era el llamado "Ensayo General", que es el último ensayo antes de la premier. Aunque los cantantes y la escenografía son los definitivos, la orquesta viste informalmente y si es necesario, el director puede detener la interpretación para hacer cambios y ajustes. Al final no los hubo.
Para resumir, la experiencia fue inolvidable y repetible. Mis percepciones sobre la ópera moderna serán otras a partir de hoy.
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